POLLENÇA
El elogio de la sombra
A la manera mallorquina se han realizado unos aterrazados con bancales de piedra en seco para poder asentar la casa de forma que esté en alto dominando el ondulado paisaje.
A modo casi de juego, se han colocado los dormitorios como piezas sueltas sobre el tablero, generando una riqueza espacial en los espacios comunes de relación entre ellas, zonas de estar, patios, corredores,… y todo ello bajo el vuelo ligero de la cubierta de hormigón blanco.
Los límites entre interior y exterior están totalmente diluidos, los materiales dan continuidad y la sencillez y rotundidad de los detalles constructivos ayudan a que se terminen de desdibujar. A esto se une que se han generado circulaciones por el interior y por el exterior dependiendo de la estación.
La luz mediterránea llega matizada, rebotada, tenue o intensa según las necesidades a través de la gran cubierta que vuela sobre toda la intervención y que permite modular la intensidad y proteger del calor sombreando, practicando sobre ella unos huecos estratégicos de paso de luz, patio,…
Todo esto se consigue gracias a la gran cubierta realizada de forma artesanal, de hormigón armado blanco. Sutil y cuidadosamente diseñada por los arquitectos Emilio Gámir y Jorge Gámir, y llevado a cabo con éxito por Sebastiá Pons, más que un aparejador de obra, mediante un doble encofrado, uno de base y otro de acabado.
Los materiales terrosos habituales del lugar permiten realizar una construcción tradicional en los métodos y moderna en las distribuciones, pero no es una construcción, no es una casa bioclimática… es el elogio de la sombra.
Y no queremos dejar pasar la ocasión para recordar a la propietaria, tan querida por todos.
FUENCARRAL
Chamberí y sus esquinas
El reto en este caso no era tanto llevar a cabo un proyecto de remodelación integral con cambio de uso de Oficina a Residencial, sino de eliminar lo más posible el rastro del antiguo edificio, un edificio disonante en el entorno de Chamberí.
Para ello, los arquitectos Jorge Gámir, Eduardo Gámir e Irene Monzón, contaron con la participación especial de dos equipos colaboradores de las Universidades de Arquitectura de Berlín y Europea de Madrid, Ignacio Borrego en calidad de experto proyectual y Santiago Becerra en calidad de experto en construcción.
El proceso fue muy intenso y productivo. Los arquitectos trabajaron sometidos a los criterios y críticas de los expertos, hasta llegar a 10 soluciones diferentes. Se trataba de abrir para llegar a la solución óptima, que cubriera el edifico, y que fuera aceptado por la Comisión de Patrimonio de la ciudad de Madrid, muy exigente.
Quizá la clave fue en entender el entorno, la arquitectura ecléctica de Chamberí tiene una seña de identidad, y son los edificios con las esquinas en curva.
El diálogo que se forma entre el edificio remodelado en 2021 y el de enfrente de 1890 hace que todo cobre sentido.
POSTIGO SAN MARTÍN
El bote cerámico aligerante
En 1895 se construyó este edificio, en esos tiempos no se habían perdido las colonias, la Gran Vía no era todavía como la conocemos hoy, y se estaban produciendo cambios tecnológicos, los tranvías pasaban de ser tirados por mulas a ser eléctricos.
En este contexto se construyó, con los materiales que se llevaban utilizando siglos, madera, piedra de granito, y barro.
El barro, o la cerámica es quizá lo más interesante. Con piezas cilíndricas se iban empalmando formando tuberías, tanto para las salidas de humos de las chimeneas, como para las bajantes.
Pero la pieza estrella es el bote hueco y cerrado para aligerar los forjados. En el espacio entre viguetas de madera convenientemente enrolladas por soga para mejorar la adherencia, se colocaban unos botes que le conferían mayor livianidad al forjado.
En 2020 llegaron nuevos programas y necesidades que han hecho que, junto con problemas de conservación, hayamos tenido que realizar una obra de rehabilitación profunda, respetando la construcción existente y aprovechándonos de sus beneficios de ligereza.
Se ha recurrido a un sistema de refuerzos ingenioso, en el que a base de angulares y presillas se ha ido reforzando, sin necesidad de recurrir a grandes apeos, salvo en las zonas más deterioradas, que también las ha habido.
A los técnicos nos apasionan los retos y nos enriquece intervenir en edificios históricos.